ESTILOS DE
VIDA QUE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN HAN PROVOCADO.
Dentro de los
grupos más expuestos figuran los niños y los adolescentes porque su edad no les
permite distinguir las intenciones de los mayores.
Aunque el
adolescente ha pasado ya la etapa de la infancia, donde la falta de criterio al
seleccionar la oferta televisiva ocasiona los mayores problemas debido a que el
niño aprende por imitación, no deja de ser vulnerable a los mensajes de la
televisión, porque se encuentre aun en una etapa de crecimiento.
El adolescente ya
distingue la realidad de la fantasía pero aún no tiene un criterio sólido y una
posición personal frente a las cosas que lo hace fácilmente influenciable. Por
esta razón asume nuevas actitudes y comportamientos, buscando siempre una
imagen de sí mismo que se ajuste más a su idea del comportamiento de los
adultos.
Es aquí donde la
televisión puede influir, presentando una falsa vida de los adultos, con
fuertes dosis de violencia, de amores imposibles, buenos y malos, justicias e
injusticias, ambición, barreras de clases sociales, intrigas, venganzas,
infidelidades, mentiras, etc. Pero con muy poco amor auténtico, responsabilidad
y madurez. Como ejemplo tenemos las películas de acción, las dramatizaciones o
ciertas mini series que tratan temas con demasiada crudeza, denuncian ciertas
desviaciones de la conducta humana o cuestionan circunstancias o situaciones
particulares de la sociedad o de la cultura que percibe el televidente adulto
sin ser afectado pero que pueden desorientar al joven porque las situaciones
para ellos no son claras.
Lo que no
entiende el adolescente es que el mundo no está conformado por dos bandos, el
de los buenos y el de los malos, si no por seres humanos cuyas acciones son más
complejas que los que se presenta en la pantalla.
El hombre es un
ser racional, dotado de la libertas para decidir y, por lo mismo, no está libre
de equivocaciones, porque nadie es eternamente bueno o malo. Por lo tanto, la
visión simplista podría ser reemplazada por otra en la cual los personajes
aparezcan más humanos, más reales en situaciones más próximas a las de cada
día.
El afán de
realismo puede confundir la conciencia de los jóvenes, si no existe una buena
orientación al respecto es por eso la importancia del control de los horarios
de emisión de la televisión, tanto por parte de las televisoras como por parte
de los padres, los cuales no se encuentran exentos de los peligros a los que
están expuestos sus hijos todos los días.
Esta confusión
puede manifestarse en la pérdida de la sensibilidad. Un adolescente
acostumbrado a ver escenas de violencia, entre las que se encuentran no
sólo series policíacas o de acción sino también ciertos dibujos animados, no
tendrá la misma sensibilidad ante un acto violento real como uno que ha visto
dichas escenas. Y no sólo eso, también pierde el gusto por lo que no es
violento.
Por lo tanto, el
área más afectada por la televisión es la conciencia, pues la caja mágica
intenta promover la compra y venta de algún producto mediante la explotación
del sexo y el placer.
La transmisión de
valores es uno de los aspectos más importantes en la vida de una persona.
Aunque los valores se inculcan ante todo en el núcleo familiar, el adolescente
los aprende en todo lugar o ambiente donde emplee su tiempo. También espera
encontrarlos en la televisión por ser el que más fuerza e impacto tiene sobre
las personas.
Para el
adolescente la difusión por televisión de ídolos reales como Maradona y Britney
Spears lo hace caer fácilmente en lo ordinario, vulgar y lo lleva a defender
conductas desvergonzadas. Y se crean hábitos más “modernos” e “informales”.
El problema está
en la forma como la televisión presenta los valores al adolescente. Los
ejemplos y modelos a seguir (mujeres semidesnudas, la utilización de
vocabulario no adecuado, la presencia de jóvenes que escapan de la escuela para
irse a divertir, entre otros) son en la mayoría de los casos nocivos para una
mente y espíritu en desarrollo.
Las actitudes,
las opiniones o comportamientos que se transmiten por televisión no siempre
ayudan a dignificar a la persona, sino que la ridiculiza, degradan o someten,
entonces se habla de difusión de antivalores.
Y cuando la
televisión transmite valores rescatables estos sufren frecuentes maltratos al
ser presentados por héroes que generalmente son individuos rudos y violentos
como en el caso de Rambo o Rocky. Entonces se confunde la bondad con la
impotencia. Casi nunca se ve el heroísmo que la bondad implica.
Y aunque muchos
dicen que la televisión transmite siempre lo que el público les pide, las
diversas protestas demuestran lo contrario, que la televisión no emite
habitualmente lo que el público quisiera ver.
La televisión no
busca dar una lección de buenas costumbres de moral, y se olvida que los
adolescentes necesitan principios fundamentales de honestidad, veracidad y
rectitud de conciencia. Al hacer esto la conciencia no va dirigida hacia los
buenos hábitos, hacia los valores humanos, o hacia el desarrollo cultural o
intelectual; sino que ocasiona una grave distorsión de valores, que al darse en
forma masiva altera notablemente el equilibrio de una sociedad.
Los medios de comunicación, si bien no tienen
todo el poder para cambiar al mundo, sí lo poseen para influir en el estilo de
vida. Y los adolescentes, en ese
sentido son la mejor fuente donde los medios de
comunicación pueden beber para mejor vender.
En varios países –y ya existen casos en Cuba- la
anorexia y la bulimia están causando estragos, especialmente, entre las
muchachas. Todas quieren lucir bellas, con la misma silueta de la modelo de
moda con la cual se identifican, y sucede que la mayoría de estas adolescentes
todavía no han terminado de desarrollar su cuerpo, o simplemente, poseen una
contextura física absolutamente distinta, la cual nunca llegará a ser como la
de la modelo de turno.
Otro modo de influir lo hace también una
publicidad de cigarros que siempre muestra a jóvenes sanos, esbeltos y bellos,
y por más que en las etiquetas se coloque cuán nocivo es fumar, los jóvenes
consumen cigarros de la marca que sea o que mejor se venda.
Ahora bien, si en Cuba existen publicidades
contra el alcohol, ¿por qué es frecuente ver a adolescentes bebiendo, a
cualquier hora del día? Es una pregunta para reflexionar acerca de si los
adolescentes se sienten identificados con esas campañas o éstas poseen cierto
grado de distanciamiento respecto de la adolescencia.